De lo más curioso me
ha resultado esta palabra, está ahí justo en la disyuntiva entre ser algo y no
ser nada, se ha vuelto más común estos días de lo que parece; la usamos para
ocultar nuestras ocupaciones y preocupaciones, es un escudo que usamos para no
hablar de ellas cuando son importantes. Para buscarlas y encontrarlas. Últimamente
tengo mucho tiempo libre y absolutamente nada de cosas que hacer.
Indudablemente la situación del país se hará más crítica en
un momento y otro, esta eterna espera que se ha convertido tener un título de
la Universidad del Zulia es sin duda una acción política, no hay nada que
moleste más que la política venezolana, es un cáncer que se filtra a todos los
ámbitos de la vida y la limita, vivimos en un constante intento de avanzar pero
tenemos estos grilletes bien grandes en los pies.
Mientras mi padre trata de animarme un poco desde su
radicalismo:
Tranquila hija ya te
graduarás, estas son *cosas* que tiene que pasar.
Apuesto que el destino tiene más cosas bajo la manga,
tengamos confianza en que serán algo importante que no querré comentar a los
envidiosos diciendo en tono aristocrático
Tengo cosas más
importantes que hacer.
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