Muchos creerán que el título de
esta entrada es una alerta egocéntrica de mi parte, pero les quiero contar
acerca de la Sra de las letras que marcó mi vida con varias de sus novelas
ISABEL ALLENDE
Pasaba por un mal momento en casa, así que un día
en mi colegio hablaba con un amigo acerca de mis ganas de leer este libro. Él
me dijo sorprendido: Mi hermana lo tiene y ya lo leyó, si quieres te lo presto
Sin dudarlo le acepté la oferta,
mi incredulidad no cabía, cuando pude por fin tener este libro en mis manos, y
con aquel hambre de curiosidad en mi vida comencé a leerlo sin dejar atrás ni
una letra. Era la redacción, la chispa de comedia, el halo de misterio y la
descripción que me transportaba a la selva amazónica convertida en un personaje
más de aquella aventura.
Mi adolescencia como la de todos
los que pasan por cambios hormonales, estuvo marcada por varios hechos, poco
salía de casa y un día invitada por una amiga salimos al cine…Pedí permiso y
con seguridad me lo dieron, acompañada de la advertencia paternal: no llegues
tarde.
Fui a casa de mi amiga, salimos
tarde y llegando al Centro Comercial se dañó el carro en donde íbamos, se nos pasó
la hora de proyección, de cenar y de llegar a casa. Cuando finalmente pude
volver un sonoro MARIA ISABEL me dio la bienvenida, mezclado entre la
impotencia e improperios de mi padre, quien creyó que le mentía cuando le trate
de explicar que me había pasado.
El creyó que lidiaba con la
anarquía rebelde de una adolescente, pero realmente fue un caso aislado que
nada tuvo que ver con mis hormonas. Esa noche (12:00 am recuerdo bien) me
castigó por única vez en mi vida, NO SALES MÁS, y ante su orgullosa ida al cuarto
para dormir; ahí quede yo sentada en la sala, atónita de que mi padre me
castigara. Nunca lo necesité, es decir, siempre hice lo que me decía,
salir a divertirme era una opción que
tenía pero que había denegado por otras situaciones en mi vida, así es como una
opción pasó a ser tachada inmediatamente.
Hice lo que haría como en
cualquier momento de mi vida, con drama, reincorporé a mi vida el tejido y comencé a tejer sin
detenerme. Transcurrida esa semana había tejido un bolso para ir al colegio,
con pabilo de colores y mostacillas color café. Mi padre se arrepintió de
haberme gritado de la manera que lo hizo, y en medio de su culpabilidad salió
un viaje a la capital del estado para hacer una documentación. Lo acompañé con
mi madre y estando de regreso en el terminal, mientras venia del baño, me
detuve frente a la mirada fría que cubría el libro “La ciudad de las bestias”.
Lo acompañaban 2 títulos más de mí
querida Isabel Allende, Mi país inventado y la Casa de los espíritus. Mi
emoción se contuvo, mientras pedía precio de los libros, mi padre alcanzo a ser
testigo de mis ganas de tenerlos, pero carecía de dinero; me miro y me dijo:
¿Qué pasa?
-Nada que tiene los libros de
Isabel Allende, yo leí este (la ciudad de las bestias) y me gustó mucho. Solo
quería saber cuánto valían los otros
¿Te gustaría tenerlos?
-Claro que sí, pero ya nos vamos
y no tenemos dinero.
¿Dime cual quieres?
-No es necesario tranquilo
Yo te los quiero regalar hija, no
te preocupes
-Y con aquel temor dije este y
este.
Sin chistar, saco dinero de su
bolsillo y pago. Recuerdo ese momento como uno de los mejores. No tenía 1 sino
2 libros de mi autora favorita, me sentí afortunada, devoré los libros en una
semana. De repente ya no me importaba el castigo, ni el grito, sino la historia
de Rosa la Bella, y como Barrabás llego en una caja por via marítima…La
democracia Vs. El socialismo de Chile y las Tres Marías. Episodios y personajes que encantaban el
tiempo y hacia volver al pasado donde Clara, Clarividente me enseñaba a adorar
la vida.
Estaba inmersa en este universo
de fantasía, patriarcas, y letras biográficas que me acercaban a esta otra
Isabel, que contaba la historia de su familia por generaciones, de su travesía
y su inmensa admiración por cada uno de ellos. Ahora me comporto como madre de
estos libros, de esa letra viva que habla de situaciones mágicas y de una vida
común que aún puede ser tan encantadora como la historia de quien la escribe.
A mi querida Isabel
Allende
Gracias por existir
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